martes, 10 de marzo de 2009

Acercándome a la bruja...



Otra percepción. Agudizada.
Veo las cosas de otra manera.
Veo más la luz, de noche percibo otra luminosidad en la oscuridad.
Siento más intensamente los aromas.
Veo todo distinto.
Veo a la gente de otra manera.

Soy más directa, frontal, digo las cosas de frente.
Siento un estado de felicidad interna y paz, y eso no tiene nada que ver con la situación externa.
Estoy más afectuosa y cariñosa.
Me sale naturalmente sonreir y abrazar a mis amigos y seres queridos.
Otras personas notan el cambio en mí.
Es como si me hubiera transformado mi visión y percepción del mundo.

Me siento más sana.
Miro a la gente a los ojos y tengo menos miedos, vergüenzas y taras.

Se que este trabajo interior recién empieza, pero tuve un chispazo mágico de luz.
Me di cuenta que no necesito tener un hijo para ser feliz.
Lo digo en serio por primera vez en mi vida.
Bah, desde que empecé la búsqueda del embarazo.

Tampoco necesito casarme para ser feliz.
No es que no lo desee, aunque en este momento no lo deseo.
Pero más allá de eso, mi felicidad no depende de ello, no depende de algo externo. Es un estado interior.

Me cuesta mucho reprimirme y no contárselo a todo el mundo.
Pero igual esto es imposible de transmitir y tengo que dejar de poner mi energía en los demás y ocuparme de mi crecimiento, para más adelante ayudar a otros, no ahora.

Placer.
Siento placer de estar viva, de caminar, de respirar, de sentir el viento... no siento tristeza ni dolor, ni siquiera estoy preocupada... me siento bien conmigo.

Siento que soy valiosa.